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Panza vacía, conciencia contenta.

Cuando uno se siente en la sentencia de un "Hasta acá llegue flaco". Ya no hay motivación, más que la música.

Al correr del tiempo, ya que no escribo en este rinconsito que me permite hacerlo, yo pase de mal a peor ¡Bien!. ¿Por que llegue hasta el limite de comenzar a abrazar a la bulimia? ¿Por que tanto odio y maltrato hacia mi misma? ¿Por que? ¿Por que me hace tan mal todo y a la vez tanto bien? Tuve demasiados consejos, demasiados. Nada basto, absolutamente nada basto.
 No tienen idea de lo que es estar feliz en familia, todos comiendo la comida, y vos ver el plato una y otra vez, que te alienten a comer... Lo haces, por la satisfacción de ellos.
 Ok, comí. Pero también mastique la culpa. Y de la culpa, la conciencia. Que me susurraba "Eu, si comiste el plato que te preparo con amor mamá, ¿Que estas esperando para que también lo pruebe el inodoro? ¿Sabias que si en una hora no te levantas de tu silla, eso que comiste te engorda? ¿Y vas a estar más gorda y nadie te va a querer?" Entonces, con culpa y sabor ácido, vas a tu amigo, el inodoro. Y vomitas amor de tu familia.
 "Panza llena, corazón contento". Ojala, estoy más vacía que tarro de pochoclos en los créditos de la película. Lo peor es que el purgarme, se me volvió mi mejor amiga. Como todo lo que quiero y después, mis amigas: La culpa y conciencia. Me ayudan a sacar todo lo malo antes de que se vuelva calabaza en mi estomago, por así decirlo.
No saben que feo es tomar remedios de la tos cuando ni siquiera toses porque los pobres médicos, piensan que tu triste garganta esta colorada a causa de que "tomaste frío". Frío hay en mí.
Y hay más de lo peor, un día estaba en la peatonal de Florencio Varela, Buenos Aires, ese día estaba con mis mejores amigas, Karen y Aldana. Ella son flacas, morenas, hermosas. Lo que todo adolescente aprueba como adolescente perfecta, y si, tienen razón. Había unos flacos ahí, hablaron con ella y yo... bueno sobraba. ¿Quien iba a mirar a la gordita? Obvio que nadie. Y los entiendo, no los culpo. Esto lo llamo como las peores anécdotas, por el hecho que me odio, cada vez más a mí. Por ser como soy. Que si hubiera un dios bueno, no me estaría pasando esto. Sería flaca, huesuda, perfecta. Pero ojo, tampoco tiene la culpa nadie, va en realidad lo estoy culpando, pero el 99% me lo vivo culpando yo.
¿Que sería ser linda, flaca? ...

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